jueves, 2 de agosto de 2012

Postales, II. (Desde mi Buenos Aires querido)


Por Agos

EN EL PRAT, Gonzalo me dice que es la primera vez que nos tomamos un avión juntos a Buenos Aires. Yo me emociono un poco y le digo que venga a probarse unos Ray Ban que le quiero regalar. Me dice que ya está, que todo lo que planeábamos al fin se concretó: vamos a vivir en la misma ciudad, juntos. Yo pienso que ya vivimos juntos hace rato, pero que me gusta mucho la idea de que todas nuestras pertenencias estén también en el mismo país. Y que cuando le vaya a decir que quiero que se ponga esa camisa que me gusta no me pueda decir que se la dejó en Barcelona o se la olvidó en Bordeaux.


A LA NOCHE, antes de que los pichones se claven un popurrí de sardinas, jamón, aceitunas, pepinillos y una taza enorme de gazpacho:

MARTIN: Tienes que probar, no puede ser que no pruebes. Sólo comes pastas. Es rico (…), pero no lo probaste...

AGOS: Bueno, pichón.

MARTIN: No, pero no puede ser... No te gusta nada... ¡¡No te gusta nada!! ¡Lo tenés que probar!

AGOS: Basta, basta. ¡Vos no me vas a decir a mí lo que tengo que hacer, pichón!

MARTIN: ¿Ah? ¿Por qué?

AGOS: Porque tenés seis años.

MARTIN: Bueno, cuando cumpla siete te lo digo.

Los reyes de la gamba 

"NOVECENTO", le digo a Gonzalo. "Comprémosla que me encanta". Esto sucede en el lago de Como. Al final la película no tiene subtítulos en español, pero como yo estudié italiano casi seis meses en la UBA y como Gonzalo es un enfermo y lee en idiomas que no conoce y como encima ya vimos Don Giovanni y la seguimos con el libro en mano, y como yo ya me hago la canchera y hablo con errores pero sin vergüenza, le digo: "Veámosla igual." Comimos pochoclo de microondas y estuvimos seis horas mirando a Depardieu y a De Niro, que son bestias.

OIA, Santorini y ese atardecer único. En el medio del momento romántico y bañados por esa luz envolvente, pienso ¿en quién? ¡En el Bambino Veira! “El viento nació en en Nuevo Gasómetro”, declaró el Bambino. Está clarísimo, entonces, dónde nació el sol.

Oia.

ES VERDAD. Soy una amante perversa de los tours organizados. Pero Gonzalo también. Y mi hermano también. Con Gonzalo fuimos la parejita que se corta. En Dublin, con Lucas, éramos los que bardean y se quejan de todo y se ríen de los otros. Hay roles, hay tipos, hay personas raras. Los guías casi siempre están drogados para poder mentir, pero sobre todo para poder soportar la marca personal de los pesados que caminan pegados y dicen pelotudeces todo el tiempo. Eso sí, solo hice tours por un día, o como máximo dos cuando fuimos al desierto en Marruecos. Nunca hice un tour como el que hace Houellebecq en Plataforma, brillante novela que retrata este mundo de una manera tan divertida como pornográfica. El protagonista es un cuarentón que no está hecho para ese tipo de vacaciones, pero por lo menos hace el esfuerzo. En su soledad se queda sin libros y dice: Vivir sin leer es peligroso, obliga a conformarse con la vida y uno puede sentir la tentación de correr riesgos. Yo pienso que es bastante lúcido y sonrío porque a Gonzalo y a mí nos cuesta leer estando juntos. Síndrome de conformidad, entonces. De felicidad.

FREE TOUR EN DUBLIN. Probando las camas de los vikingos.

GONZALO descarga las tensiones de la mudanza destruyendo una cama. No puede parar, está enajenado. Hace 35º y estamos agotados. Ya se fue el camión al puerto. Yo me tomo un helado en el balcón de Joanic por última vez.

EL JET LAG es una mierda, sobre todo cuando te hace despertar a las seis de la mañana y es de noche y hace frío. Pero tengo una máquina de café nueva y tengo tiempo para escribir algunas postales que tengo en la cabeza. Y ahora me voy a trabajar, porque tenemos deudas que pagar y un montón de nuevos proyectos que financiar juntos. Ya no somos pasajeros. 

1 comentario: